lunes, 9 de septiembre de 2013

De un barco al exilio: La locura en el renacimiento

Obra "La nave de los locos"
de El Bosco
Con la llegada del renacimiento se acaban los exorcismos y las trepanaciones de cráneos. Se opta por erradicar a los locos, sacarlos de la ciudad, de las calles, del espacio público, en un movimiento centrifugo. Se les deja recorrer los campos apartados. Otros son librados a su suerte con un barco sin timón. Sin embargo, este viaje no sólo hacía las veces de barrendero humano, sino que, otorgaba al loco la posibilidad de purificación, sumado al hecho de que cada uno es entregado a la suerte de su propio destino, pues "cada viaje es, potencialmente, el último" .

El primer período foucaultiano, o del gran embarco de los locos, se refiere al primer movimiento "oficial" de manejo europeo (llevado a algunos países en Occidente también) sobre la locura que fue, durante la Edad Media, excluirlos de las ciudades, fuera de los muros, más allá de los espacios seguros para el resto del mundo  (dentro de las ciudadelas). Aquellos que contaban con dinero también los sacaban del hogar para institucionarlos en lugares fuera de la ciudad. "Se trata de sacar de la ciudad, de las calles, del espacio público, estos elementos poco gratos para la autoridad, los locos, en un movimiento que podríamos llamar centrífugo (hacia fuera). Del gran espacio de la calle, a espacios alejados de la ciudad, fuera de la ciudad, fuera del país.

A partir de Erasmo de Rotterdam y del Humanismo, la locura pasa a ser parte directa de la razón y una denuncia de la forma general de la crítica. Es la locura la que ahora analiza y juzga a la razón. Los papeles se invierten y dejan ver que una no podría sobrevivir sin la otra, pues ambas son una misma cosa que, en determinados momentos, se desdobla para revalidar su necesaria presencia en el mundo.

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